domingo, 8 de julio de 2012

Nombre: Gonzalo, el celópata infiel.
Edad: 23 años.
Fecha de participación: 2011 -2012





Educado, de familia bien constituída, sureño, carretero, borracho, celópata, aweonao, amigo de sus amigos pero más de la piscola, eterno detractor de la marihuana (buu para él xd).
Un día abrí mi face y estaba su solicitud de amistad, sin darme cuenta ni el cómo ni el por qué, nos hicimos dependientes el uno del otro. Él es de Chillán (siii, existe gente nice en ese pueblo) y manteníamos el contacto a diario, muchas horas seguidas, llamadas telefónicas, mucho todo.
Durante el verano la relación estaba perfecta, salvo por sus ataques de celos enfermizos que al principio me gustaban pero que luego ya me enfermaban.
Pocos días depués de mi cumpleaños (marzo) muy serio, me contó que estaba con otro tipo, casi me cagué pero no podía demostrar indignidad (sí, claro), le deseé lo mejor del mundo y perdimos contacto un par de días.
No resistí, volvimos a hablar y llegamos al acuerdo que yo sería su amante porque no quería estar sin él, aunque tuviese que compartirlo. Me daba tanto odio ver cuando el otro le comentaba, me dolía la guata de sólo pensar que podrían estar juntos, acostándose o haciendo miles de cosas que yo no podía hacer con él.
Un día vino a verme, salimos una tarde y nada pasó, unas tomaditas de manos muy tímidas y conversaciones de las cuales después me arrepentí de haber tenido.
Al día siguiente, quedamos de juntarnos en la tarde para hacre previa en el departamento de una amiga y luego salir todos a bailar.
Nos juntamos en el metro Bellas Artes, primera sorpresa: ESTABA EBRIO nivel 8!. Ooooh! qué rabia, sentí que no le estaba dando importancia al hecho de poder estar juntos, cerca, poder abrazarnos, no sé. Llegamos al departamento y estaban mis amigas y la segunda sorpresa me la llevo cuando empieza a hablar de un sacoweas que se había agarrado hace tiempo y que, coincidentemente, yo conocía de algún lugar.
Ingenuo yo, se me ocurrió invitar a mi mejor amigo Ricardo a carretear con nosotros, esa fue la idea que hizo que la noche fuese coronada.
En el departamento de mi amiga nos dimos besos, todo era muy lindo, estaba fascinado y yo sentía que él también, en cierto modo. Partimos al local y allá empezaron los problemas. Él y sus celos empedernidos pusieron su atención en mi relación con Ricardo, y ahí empieza el caos.
Se puso muy frío, no me pescaba mucho y yo como imbécil trataba de colgarme a su cuello. Un par de horas más tarde le dio un ataque de ahogo, al más puro estilo Olguita Marina, que provocó que salieramos antes de la disco y nos sentaramos en la cuneta, donde, para más cagarla, me gritó.
Nos fuimos a la casa de Ingrid a dormir, cada uno para su lado, sin mirarnos, sin hablarnos, sin siquiera un beso de buenas noches. Amaneció y yo ya no podía ser igual con él, la despedida fue fría y yo esperando que fuese sin retorno.
Volvimos a hablar, hablamos medianamente las cosas, me dijo que me quería (estaba ebrio) y al otro día se retractó (me suena conocido eso). Sin embargo, no puedo tenerle bronca, si pudiera estaría con él porque me gusta y no me descepciona, sólo siento que nuestra relación si se concreta será un tanto tortuosa, como me gustan a mi.
Gonzalo, el negro Piñera de Chillán.

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